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lunes, 26 de agosto de 2024

Las Mujeres Esenias




Las mujeres iniciadas en la Orden de las Magdalenas eran, en realidad, esenias: sumas sacerdotisas y druidas que habían sido instruidas en un templo dedicado a Isis en el que honraban a la diosa. Aquellas mujeres aprendieron a rendir culto a la diosa a través de su propio cuerpo, enfocándose en la estabilización de su frecuencia energética, siendo el anclaje su primera lección. Aprendieron diversas maneras de conectar su cuerpo con el de la Tierra, fusionando su materia y éter para comunicarse con ella.
Ese poderoso anclaje les permitió purificar sus cuerpos energéticos, eliminando las contradicciones y emociones desordenadas y conflictivas. Al limpiar su energía, pudieron estabilizar su campo vibratorio básico, y gracias a un anclaje profundo, explorar estados superiores de conciencia. También recibieron iniciación en santuarios druídicos de Avalon, donde honraron a los cinco elementos. Aquellas iniciaciones les enseñaron a conectarse con los elementos, a comprender su lugar en el mundo y a cómo integrar su propio cuerpo en la naturaleza elemental.
Además, adquirieron conocimientos sobre el poder de las plantas, conectando con su espíritu, comunicándose con ellas y trabajando con su esencia para elaborar pócimas y ungüentos curativos.
Aquellas mujeres fueron iniciadas en el arte de canalizar su fuerza sexual, aprendiendo a desplegar y hacer circular el poder femenino. En aquella época, la kundalini era la principal medicina para equilibrar el cuerpo físico. Todas ellas encarnaron el Divino Femenino, y es por eso que hoy sentimos el impulso de reconectarnos con nuestro poder interior. Las iniciadas descubrieron su sexualidad en comunión con todos los seres vivos, en un relevo constante entre el cielo y la tierra. Aprendieron a recibir y fluir con esa energía, fortaleciendo así su salud y facilitando su avance espiritual. Esa energía era el pilar del sacerdocio de Isis, donde la sexualidad se entendía como una conexión divina, una unión entre la tierra y el cielo a través del amor.
Un ejemplo notable es el de María Magdalena, quien fue criada e iniciada en uno de aquellos templos. Se dice que fue enviada a esa comunidad secreta alrededor de los 12 años de edad y que allí recibió las enseñanzas secretas de Egipto, la alquimia de Horus y la magia sexual del culto a Isis. Elegida por Isis, se convirtió en sanadora y portadora de ungüentos y perfumes, y fue destinada a ser la esposa de Yeshua para establecer el equilibrio. Como llamas gemelas que eran, ambos lograron el equilibrio interno, encarnando una pareja sagrada que alcanzó niveles muy elevados de conciencia a través de la fusión de la energía de ambos.
Los esenios eran una familia de almas que mantenían viva la sabiduría de la Luz y el Amor en la Tierra, provenientes de diversas épocas. Su misión, que todavía sigue vigente, era plantar el amor en la Tierra, ayudar a las personas a tomar plena posesión de sus habilidades y capacidades, recuperar su poder y reconocer su esencia divina. Yeshua, Juan el Bautista y José de Arimatea fueron esenios, al igual que Ana, María y María Magdalena, quienes también eran hijas de las estrellas, druidesas y altas sacerdotisas. Todos ellos formaban parte de la comunidad esenia, cada uno con grandes poderes y una misión específica en común: mantener la Luz en la Tierra, encarnar el Amor y la Luz en su ser, mostrar el camino e impulsar una nueva conciencia en la Tierra: la del amor incondicional.
Los esenios son los verdaderos fundadores de la ecología, el respeto por la Tierra y la preservación de todas sus especies. Son guardianes de la belleza humana, encarnando la divinidad en una sola carne. Su misión: ser semillas de Luz en la Tierra para que el Nuevo Mundo vea la luz del día.
Los esenios recordaban quiénes eran. Estaban en contacto con su esencia sagrada y su poder creativo, lo que llevó a que su conocimiento fuera ocultado. Hoy resulta difícil conocer la historia completa y veraz de su paso por la Tierra. Su poder asustaba a los hombres de la época, empeñados en mantener el control. La iglesia se esforzó en silenciar ese potencial, sobre todo en lo referente al empoderamiento femenino. Se hizo todo lo posible para que María Magdalena fuera percibida como una prostituta, con la intención de hacernos creer que la mujer es impura y que la pasión sexual entre hombre y mujer es dañina, impidiendo así el acceso a ese conocimiento sagrado y al poder que yace en su interior.
Yeshua vino a la Tierra para traer iluminación y conocimiento a la humanidad. La conciencia de su Yo Superior permaneció intacta durante su encarnación, desprovista del velo de la ilusión e ignorando la herida original de la separación. Gracias a la conexión directa con su Yo Superior, pudo ver la flexibilidad de las leyes de la materia y realizar los llamados “milagros”. La razón de su encarnación fue crear una apertura, un portal hacia un estado de conciencia diferente. Quería mostrar las posibilidades disponibles para todo ser humano, lo que representó una amenaza para la orden gobernante de la época. Con sus palabras y su presencia, expuso la verdadera naturaleza de las estructuras de poder, algo intolerable para la jerarquía existente.
Yeshua fue un pionero de su época. Su venida a la Tierra plantó la semilla de la energía Crística, del amor incondicional. Sus palabras y acciones tocaron a las personas, y a nivel del alma, reconocieron ese estado de amor puro. En lo profundo de sus almas, se despertó un recuerdo, un anhelo que hoy quiere manifestarse. Es el recuerdo de que todos somos seres de amor y que hemos venido a la Tierra para encarnar nuestra Luz.
Hoy, las mujeres sienten el impulso de reconectarse con su poder nutricio, de encarnar su divino femenino y de experimentar la sexualidad sagrada. Los hombres, por su parte, sienten la necesidad de centrarse más en sus emociones, de soltar el control y encarnar su divino masculino, siendo un pilar para que las mujeres puedan revelar con seguridad su gran poder cohesivo. Todos sentimos el llamado del Alma para encontrar ese equilibrio dentro de nosotros, para unirnos y crear un Nuevo Mundo en la Tierra, dejando atrás la dualidad para abrazar la UNIDAD, un estado de amor y gracia.
¡Es momento de recordar! ¡Ya es hora de valernos del conocimiento que yace en nuestro interior, de deshacer las creencias arraigadas durante más de dos mil años y de continuar el camino que fue pavimentado por aquellas almas!
¡Ya es hora de encarnar nuestra grandeza! ¡Ha llegado el momento de recordarnos y de reconocer y encarnar nuestra Luz!

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